lunes, 20 de octubre de 2025

La emoción como nuevo lujo en belleza y moda. ¿compras lo que eres?.

Hoy os quería compartir un pensamiento en el que creo, así veo la vida, en todos los sentidos.

Durante años he tenido la suerte de asistir a presentaciones de belleza y moda —de las más íntimas a las más espectaculares— y ver, desde dentro, cómo ha ido transformándose todo:
el consumidor, el medio, el distribuidor… y también el lenguaje de las marcas.

He visto pasarelas que parecían templos sensoriales, lanzamientos de fragancias que eran casi piezas teatrales y cabinas donde una textura contaba más que mil claims.
Y también he visto cómo, con el paso del tiempo, el asombro se volvía más escaso.
El mercado se llenó de fórmulas, algoritmos y estrategias de conversión… pero muchas veces, se vació de emoción.

Sin embargo, la belleza —igual que la moda, igual que la gastronomía— es una experiencia íntima y humana.
No se elige solo con la vista, sino con la piel, con la memoria y con el ánimo del momento.
Del mismo modo que un plato nos conecta con una historia o un recuerdo, un aroma, una prenda o un gesto de aplicación pueden reconectarnos con nuestra identidad.

Por eso creo que el futuro del sector no está en producir más, sino en sentir mejor.
El lujo ya no reside en la acumulación, sino en la coherencia.
En que cada marca sea capaz de provocar algo verdadero: un instante de calma, una sonrisa, un reflejo en el espejo que diga “esto soy yo”.

En este contexto, el papel del retail se vuelve fascinante: los puntos de venta dejan de ser simples escaparates para convertirse en escenarios de emoción medida y autenticidad visible.
Allí donde la tecnología aporta datos, la emoción aporta sentido.
Y cuando ambos mundos dialogan, nace lo que yo llamo el lujo sensorial: ese momento donde el producto se vuelve experiencia y la experiencia se convierte en recuerdo.

Llevo tiempo observando esta transición, y estoy convencida de que las marcas que sobrevivirán serán aquellas que logren emocionar con inteligencia, que unan estrategia, sensibilidad y propósito.
Porque en belleza y en moda —como en la gastronomía— no se trata solo de lo que se ofrece, sino de cómo se hace sentir.



¿Opiniones?.




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